jueves, 15 de diciembre de 2011

Partículas efímeras en suspensión momentánea
Cuando mueres para permitirte la entrada al cielo debes llevar todos tus cabellos, de lo contrario tendrás que regresar a vagar por la tierra en busca de ellos, recorriendo todos los lugares donde anduviste hasta recoger el último cabello.
Mito popular

Caminar trazar líneas, ocupar espacios, la construcción de una vida se basa en ello, en todo momento estamos trazando líneas, líneas que marcan rutas, rutas de las cuales la mayoría se convertirán en cotidianas, otras quizá serán solo un instante jamás vuelto a recorrer, lo efímero del tiempo que come poco a poco, a veces con cadencia lenta, eterno. Pero al final termina muriendo, disipándose en el registro de la memoria.
Estas líneas las asocio con el pelo: vestigio último de un cuerpo antes habitado, ahora marchito entrando a la putrefacción. El pelo sigue ahí creciendo y nutriéndose aún, proceso biológico tan místico que eleva la  prolongación del tiempo.
Caminé por lugares cercanos a mí en busca de aquellos animales que mueren en las calles y que pasan desapercibidos como parte del paisaje urbano siendo un hecho cotidiano sin mayor relevancia, pero este lugar de presencia-ausencia, vida-muerte para mí cobra significado: deja de tratarse de seres extraños, de animales ajenos. Se trata de la vida misma, de mundos paralelos donde ambos desembocan en el sueño interminable.
Primer encuentro:
02/03/2009 3:34
Se trata de un cuerpo de tlacuache encontrado a un lado de los escalones lado derecho de la facultad de agropecuaria, UAEM, cerca del estacionamiento. Parecía tener 1 o 2 días de muerto. Dormido las moscas no dejaban de acosarlo, su olor peculiar de cadáver inundaba el ambiente, tome un mechón de su pelo que se desprendió con tanta facilidad como si le urgiera despojarse de él pero al mirar el hueco que dejaba sentí escalofrío y ganas de devolverle lo robado y pedirle una disculpa por desnudarlo groseramente, pero indulgentemente el asintió a que yo lo tomara, se encontraba ya en el viaje sin retorno, no lo necesitaría más.

Paso el tiempo y el cadáver siguió su con su proceso de putrefacción. En unos 15 días el cuerpo como tal había desaparecido y sólo quedaba la última evidencia: el pelo, esparcido por todo el espacio que había ocupado el cuerpo e incluso un poco más alejado dejando así un hueco entre la maleza seca, en algunas partes estaba la huella de color negro que suelen dejar los muertos en el lugar que ocuparon durante mucho tiempo.

Así que lo guarde todo en una bolsa de plástico y éste es el pelo que alimentó la pieza: una línea de pelo que se eleva al cielo.

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